Reciente es la noticia de la muerte del director de teatro Rodrigo Achondo. Varios medios lo han comunicado, destacando su legado en la escena teatral de Santiago.
Fundador de la compañía Anderblu, en conjunto con el diseñador Felipe Oliver (Achondo era el Under y Oliver el Blue), fue director de obras que marcaron la escena teatral capitalina en los 90, debido a su particular estilo alejado de los teatros, y llevando a los espectadores a escenarios reales, como lo fue en su primera obra “Rojas Magallanes”, realizada en una oficina y con sólo 30 espectadores por función. Desde entonces todas sus obras están cruzadas por la violencia, las armas y el narcotráfico, pero con personajes reales, pues hacía trabajar a los actores más allá de los ensayos, hacía existir a los personajes en la vida de cada actor o actriz.
Llegó a Concepción a principios del 2010 (mientras paralelamente dirigía “El Rucio de los Cuchillos” de Luis Rivano en el Teatro Nacional), realizando audiciones en la Alianza Francesa, muy en su estilo, todas las audiciones eran diferentes, con algunos conversaba, a otros los hacía pensar, a otros simplemente los miraba y quedaban en su elenco, o no. “Hay que tener onda”, decía.
Luego de conformar un elenco de actores penquistas, iban a empezar los ensayos, pero vino el terremoto, esto no se interpuso y motivó más al rebelde Achondo, quien sorprendió desde un principio al elenco con su forma de trabajar. Un mapa conceptual de la historia y los personajes, una mesa sin textos, pero con cervezas, música y amistad, conformaban el primer ensayo. Y así en adelante, con comentarios misteriosos e indicaciones, y salidas a la calle como personajes, introducía a los actores en su mundo, en lo que quería crear, desarrollando un proceso de llevar la realidad a escena y viceversa.
En noviembre del 2010, se realizaba la primera versión del Festival de Teatro del BioBio, y coincidentemente, también se estrenaba Amor-ir, la primera obra de Anderblu en Concepción, dirigida por Rodrigo Achondo. Esta coincidencia en los procesos, por supuesto que fue aprovechada y la obra fue seleccionada para la primera versión del Festival, trasladando al público al subterráneo de un bar.
Este primer proceso en Concepción, lo llevó a conocer la escena local, y a entusiasmarse junto con Felipe Oliver, a inaugurar una escuela de actuación: Anderblu Estudio. En ese lugar, además de la formación, también realizó nuevos proyectos teatrales con actores de diversas compañías de Concepción, dejando un legado en todos ellos, quienes hoy valoran su tremendo aporte teatral, y lo recuerdan con amor, porque Achondo, más allá de la rudeza, eso es lo que entregó.